Redacción: Cinthia Oviedo, Alumni.
Históricamente la participación de mujeres en carreras o espacios que involucran habilidades tecnológicas, científicas o matemáticas (conocidas como STEAM) ha sido muy baja y esto se encuentra ligado indiscutiblemente a los estereotipos que existen alrededor de lo que es “femenino” o “masculino”.
Históricamente la participación de mujeres en carreras o espacios que involucran habilidades tecnológicas, científicas o matemáticas (conocidas como STEAM) ha sido muy baja y esto se encuentra ligado indiscutiblemente a los estereotipos que existen alrededor de lo que es “femenino” o “masculino”.
Con el fin de romper con esta mentalidad y aportar a los esfuerzos que se han venido realizando para cambiar esta idea, desde finales de setiembre, un primer grupo de 15 chicas entre los 14 y 16 años de Edu participaron del proceso “Mujeres al Vapor” dirigido por María Lourdes Urrea, quién es psicóloga y además ha trabajado en temas de tecnología y robótica por varios años.
Tal y como ella lo comenta, el 68% de los graduados en estas carreras (STEAM) son hombres y en zonas rurales, la diferencia es aún más grande. Por eso, el rango de edad está pensado para aportar en el proceso de elección vocacional al que se enfrentan las estudiantes y darles algunos insumos que pueden ser de utilidad para conocer estas áreas e identificar sus fortalezas.
“Los objetivos de este proceso es que se den cuenta que son capaces, muchas veces inician pensando que no tenían esas habilidades y al final logran cumplir con las actividades, les da la oportunidad de saber si están interesadas o no en carreras STEAM y les ayuda a romper estereotipos de género y tener un espacio para hablar sobre estos temas y darles herramientas para la vida” María Lourdes Urrea.
Las chicas participaron en 8 sesiones de 2 horas cada una, donde trabajaron con un Kit de Arduino, se enfrentaron a mini retos, conocieron las bases de la programación y al mismo tiempo reflexionaron sobre los estereotipos que rodean a las mujeres, cómo la publicidad nos afecta y cómo trabajar para cambiar esos patrones y darse cuenta de los capaces que son para desenvolverse en estas áreas.
“Fue innovador e incluso un poco difícil, pero al mismo tiempo muy chiva. Teníamos que solucionar un problema, entrar nosotras con todo lo que habíamos aprendido, con un poquito de aprendizaje autónomo y me pareció muy bonito tener esa experiencia. Uno de los principales aprendizajes es nunca rendirse y tener mucha paciencia y además tener siempre mucha empatía con las otras compañeras. Me di cuenta que soy buena para estas cosas” Elena Loría Arce, Pococí.
En las últimas dos sesiones, trabajan en el desarrollo de un proyecto final donde deben contemplar lo aprendido y plantear una propuesta o prototipo que venga a solucionar una problemática real y donde puedan poner en práctica lo desarrollado en el taller.
“La facilitadora nos permitió que le habláramos después de las clases, que le mandáramos fotos a ver si la programación estaba bien y con ese fuimos agarrando la pista que ella nos quería dar para que entendiéramos que no todo funciona a la primera y que hay que luchar por lo que se quiere. Yo quiero estudiar algo que tenga que ver con tecnología y esto que aprendí siento que me va a ayudar mucho con eso” Jacqueline Molina Montero, San Carlos.
La versión en virtualidad de estas sesiones fue de gran ayuda para poder llegar a chicas de muchas partes del país, tuvieron integrantes de Coronado, Guadalupe, Guácimo, Pococí, Limón, San Carlos, entre otros. Incluso, a pesar de la distancia, se creó un vínculo entre las participantes, aprendiendo a resolver problemas juntas, no ser competencia y crear una mayor sororidad entre ellas.