Redacción: Cinthia Oviedo, Alumni.
Carlos Luis Solerti Nuñez encontró en la música no solo un espacio seguro, sino compañía, apoyo, descubrimiento personal y una fuente de crecimiento. Después de la muerte de su papá en el 2019 y unos meses después con una pandemia que aisló al mundo, Carlos no se hundió, al contrario, abrió sus alas para darle espacio a su talento y empezó su vuelo.
Carlos Luis es de Coronado, pero a los 11 años se fue con su familia a Guápiles, en Limón por el trabajo de su mamá Marleni Núñez, quien es policía criminóloga. Al inicio fue una noticia compleja, tuvo que cambiarse de escuela y cursar quinto, sexto y sétimo año en el centro educativo Valle del Sol. Cabe destacar que, a pesar de los constantes cambios sus notas y excelencia académica no se han visto afectadas en ningún momento.
Se interesó en la música inicialmente para afrontar el duelo por la muerte de su papá Carlos Solerti en el 2019, con 12 años ingresó al Sistema Nacional de Educación Musical de Costa Rica (SINEM) en Guápiles con el ánimo de aprender a tocar violín, pero para su sorpresa la vida le tenía predestinado aprender percusión. Asistía a ensayos 2 veces por semana de 3 a 7pm.
“Es un muchacho que se entrega a la música con mucha pasión y disciplina, él tiene un don innato, es muy talentoso y todo lo que ha hecho en torno a la música siempre lo hace con gran excelencia”
Leonel Aguilar, docente de cursos libres de música en la Universidad Nacional.
La “chispa” o el “sabor” que Carlos observó en el SINEM de Guápiles lo enamoró de la música. “Uno de los profesores se quitaba los zapatos en las clases porque decía que la energía de la percusión se sentía desde el suelo” menciona extasiado. Las palabras que escuchó Carlos cuando lo aceptaron en la orquesta fueron: “Bienvenido a donde están los grandes, usted tiene talento”, él se lo tomó muy en serio y a partir de ahí sólo ha seguido creciendo.
En su paso por la Orquesta del SINEM participó en una serie de conciertos, con gimnasios llenos, donde se podía sentir la energía de aproximadamente 60 personas que conformaban la agrupación más todos los que asistían a verles y escucharles.
Con la pandemia la situación fue muy compleja, este espacio que se había convertido en su lugar seguro debió cerrar y el encierro y aislamiento de su hijo eran una fuerte preocupación de doña Marleni. Sin embargo, Carlos redirigió su energía y se animó a tocar una guitarra acústica que tenía guardada en su casa. De una forma autodidacta, aprendió a tocar y sorprendió a todos también con su talento para cantar. También inició con el saxofón, regalo de su hermano también músico, Erasmo Solerti.
Para diciembre del 2020, regresa con su mamá a vivir a Coronado, otro cambio importante para este núcleo familiar, ahora conformado por ellos dos. Ingresó al colegio Las Américas en Moravia y con 14 años se encuentra cursando octavo año en este momento.
Para su sorpresa, al regresar a SINEM en Mata de Plátano, se reencontró con algunos de sus docentes de Guápiles y esto le devolvió muchísimo el ánimo y las ganas de seguir aprendiendo “de los grandes”.
“Carlos siempre se destacó por una actitud positiva, siempre tratando de ayudar a sus compañeros y cuando tenía las herramientas para hacerlo, ayudar al grupo y ser un líder, es una persona versátil, fácil para trabajar en equipo y es muy activo”
Jean Carlos Granados, docente SINEM.
Es a mediados del 2020 que Edunámica le contacta para becarle como un estudiante de alto potencial y menciona que esto le ha dado apoyo para que pueda seguir creciendo y trabajando en el gran talento que ha demostrado tener en la música, pero además de esto, le gusta también el deporte: el boxeo y el skateboard son algunas de sus otras pasiones.
“Es un joven muy talentoso y aplicado, además de ser excelente persona”
Alberto Portuguez, Director del SINEM, Mata de Plátano.
Aún no sabe que le gustaría estudiar en la Universidad, el área de la salud aparece entre sus opciones por la influencia de su hermana Amanda Solerti, quien es enfermera, también lo motiva pensar en algunas ingenierías, pero para esa decisión aún tiene tiempo. Lo que sí tiene claro es que le gustaría continuar con la música, alimentando ese hobbie también en el futuro.
Carlos logró mantenerse enfocado y canalizar sus emociones, válidas y complejas, por medio del arte, demostrando que toda esa fuerza se puede utilizar para crecer y aunque la partida de su papá no es nada sencilla, él ha logrado dar razones para sonreír y admirar, no sólo a su mamá, si no a todas las personas que tienen la dicha de conocerlo.
“Es un ser humano como pocos, saca lo mejor de ti. Es la persona que te hace reír, que hace que te sientas cómoda y que te permite ser tú mismo de forma natural. Cualquiera que interactúe con él , o se tome el tiempo de conocerlo puede saber lo muy especial que es, te hace sentir feliz. Es una persona muy alegre, que aunque uno esté triste te roba una sonrisa”
Amanda Solerti, hermana.