Redacción: Cinthia Oviedo, Alumni.
Si la vocación se pudiese ilustrar con una persona, Glenda Molina es un perfecto ejemplo para eso: su trato hacia las personas es con muchísimo cariño, es sumamente receptiva, atenta y tiene una sonrisa que entrega cuando termina sus frases; sin duda un ejemplo bellísimo de ser una gran docente de primaria.
Nació y creció en Grecia, con una familia pequeña: su papá, don Wilberth Molina, maestro de obras, su mamá Samari Monge, ama de casa y su hermano Nixon, quien es dos años menor y se encuentra estudiando Ingeniería en Producción industrial en la Universidad Técnica Nacional.
Cuando habló de su infancia, no dudó en afirmar que había sido increíble, rodeada de sus primos y primas, jugando mucho y con las travesuras de cualquier niño o niña de su edad; pero también recuerda que fue una pequeña tranquila, aplicada, responsable y ordenada.
“Hablar de Glenda es hablar de una persona con grandes virtudes, un gran ser humano, es íntegra en sus valores. Tiene el don de ayudar a las personas sean conocidos o no, se preocupa siempre por el que necesita, ya sea una ayuda espiritual, emocional o económica” . - Samaris Monge, su madre
Desde que estaba en la Escuela Alice Moya en el distrito de San Roque, sabía que quería entrar al Liceo Experimental Bilingüe de Grecia (LEBG) y se esforzó mucho por lograrlo. Edunámica aparece en ese momento de su vida para potenciar ese sueño y empieza a participar de “Promesas”. Glenda menciona que le emocionaba muchísimo participar de ese curso y conocer a las personas que podrían ser sus compañeros y compañeras más adelante. Tanto quería entrar al cole que después de las clases los sábados, se quedaba recibiendo más tutorías para asegurarse un espacio después del examen de admisión.
Y así lo hizo, entró al LEBG y describe esa época de su vida como una de las mejores que ha tenido, con una generación muy unida y con experiencias que guarda con mucho cariño, donde construyó un vínculo muy fuerte con varias de esas personas y que hoy día sigue llamando amigos y amigas. El apoyo de Edunámica fue fundamental para terminar el colegio y un gran apoyo y alivio para sus padres.
“Glenda es una mujer de corazón noble, alegre, donde sea que llegue siempre va a brillar, se caracteriza por esa sonrisa, donde uno la vea, siempre la va a tener”. - Mariela Rodríguez, amiga desde el colegio
Para entrar a la Universidad el camino fue un poco más difícil y lleno de muchas emociones complejas. Pasó de tristeza y enojo al perder el examen la primera vez, a felicidad, ilusión e incertidumbre al ver el resultado de “elegible” en su segunda oportunidad.
No sabía qué estudiar, pero tenía algo claro: “Dios me va a poner en la carrera que él eligió para mí, en lo que que él sabe que voy a ser buena” y es así como ingresa a Educación Primaria con concentración en Inglés en la Universidad de Costa Rica.
“Tiene un carisma que le alegra el día a cualquiera, aparte de que es súper ordenada, responsable, se esfuerza en lo que hace, siempre trata de dar lo mejor de ella. Es muy especial, ese valor de ayudar a los demás es muy escaso y Glenda siempre lo ha tenido. Siempre anda muerta de risa y eso llena a cualquier persona”. - Octavio Castro, mejor amigo.
“Es muy divertida y muy dulce” dice Sebastián en un español algo confuso, puesto que vive en Camerún y está siendo su alumno en este momento aprovechando la virtualidad. Otro de sus alumnos, que también se llama Sebas dice que “la teacher Glenda me ayuda mucho, me enseña a estudiar, yo le hago caso y la amo con todo el corazón”.
Tiene tres años de trabajar en el Centro Educativo Bilingüe Santa Josefina como maestra de Español y Ciencias de chicos y chicas entre los 6 y 9 años, ha logrado ganarse el cariño tanto de sus estudiantes como de las mamás de las y los chicos.
“La teacher Glenda se ha convertido en un pilar muy importante en esta familia. Mi chico tiene Asperger y le ha costado mucho ambientarse a lo que es la escuela, pero ella ha sido muy paciente, tiene características impresionantes, lo quiere mucho, es una persona muy entregada a su profesión”. - Doña Diana Ulate, mamá de Sebas.
Glenda es una docente innovadora, siempre buscando formas de enseñar distintas, de mantener la ilusión y poder sobrepasar los retos que suponen la distancia en este momento, por eso siempre busca experimentos o maneras para mantener la creatividad encendida en sus pequeños durante este periodo que se encuentran lejos.
Lo que más disfruta de ser docente es ver crecer a las y los chicos, ver cómo evolucionan y cómo cambian cada año. Es ahí donde entra su gran responsabilidad y la forma en la que ella espera estar aportando y cambiando el mundo: “trato de enseñarles cómo ser personas, humanos, que aprendan sobre la empatía, que sean niños y niñas que sepan resolver y que den soluciones, no problemas; que busquen cómo ayudar a las y los demás y no sólo a su gente cercana”.
“Es una gran compañera, servicial, atenta, responsable y siempre con la disponibilidad de ayudar a los demás. Tiene sus valores muy claros y es una persona súper justa, se entrega por completo a su trabajo”. - Angely Quesada, compañera de universidad y trabajo.
Glenda tiene 25 años de edad y ha logrado encontrar lo que la hace verdaderamente feliz: la docencia y en sus ratos libres también disfruta el ejercicio, andar en bicicleta, poder ver series, caminar por la playa y la montaña, pero lo que más le gusta, es poder compartir con su familia y abuelos todos los domingos, como lo ha hecho desde que tiene memoria.
Ella es una de esas personas que siempre marcan la diferencia, dando una milla extra en todos los ámbitos, que irradia pasión y agradecimiento por lo que hace y lo refleja a sus 39 pequeños de primaria, a sus encargados, su familia y sus muchos y muchas amigas. Sin duda el mundo sería un mejor lugar con más personas como Glenda, que tienen un gran amor hacia la vida y una sonrisa que compartir.